jueves, 28 de julio de 2011

LAS PRESIONES PERPETUAS

Por ninguna parte veo un Dios de la vida, 
veo solo ciegos que adornan sus crímenes con Dios.
Elías Canetti


Hace poco un amigo me preguntaba qué salvaría de las cosas que hemos creado, de todo lo que aprecio y quisiera que fuese recordado por civilizaciones posteriores. No sabía qué decir.
Tras la mirada arqueológica de quines clasifiquen nuestro tiempo quizás nos aguarde la fe de un mundo organizado, aunque primitivo. Pensarán los poetas y artistas, si es que aun existe poesía y arte  en el futuro, que nuestro legado fueron las ruinas de una cultura con un alto sentido de Correspondencia entre pensamiento y actitud.
La situación indigente de nuestro devenir como humanidad nos ha colocado a todos en un período "histórico" concluyente, o al menos eso nos indican los medios. También nos enseñan a menospreciar aquello a lo que esencialmente nos debemos como seres humanos.
Die erwartung (La espera), Rewell Altunaga, 2007
Machinima, Video en loop (Modificación)
Video digital, 720 x 480, 4.3, color, estéreo
Me gustaría justificar el superticioso estadío en que se encuentra la conciencia de mi generación en relación a los problemas de nuestro mundo. Pero solo me atrevería, como idnividuo, a proponer desde el escepticismo algunas aseveraciones retóricas.
Meniconar la palabra ecología es asumir todo lo cheo que hoy estigmatiza al término. Es referirse a un concepto reducido a un manierismo semántico y convertido en un comodín para políticos. Es evocar el cadáver de una saeta que en otro tiempo fuera rizoma, holística; conexión de todas las cosas entre sí. También es otra manera de creer que somos absolutos. Es la metáfora que usamos para dialogar sobre la posible finitud de toda nuestra cultura. Una máscara para negar nuestra levedad ante un universo que ni siquiera comprendemos y aún así pretendemos salvar.
La disputa del Nuevo Mundo, escultura 80x50x45, Naivy Pérez, 2010
Es allí, en la arrogante y ridícula intención que los medios le han conferido al término donde radica su error. Cómo salvar aquello que nos excede en su propia naturaleza, de la cual somos parte en peligro de extinción. Acaso no somos nosotros msimos quienes tratamos de salvarnos de un sistema en cosntante transformación. 
Había pensado en el dinero, las guerras, las cosas que nos afectan, en nuestro distanciamiento con el pasado, en las facciones que se disputan el mundo y en nuestra incapacidad para cambiar las cosas. No había pensado en el futuro, no en ese. 
No salvaría las colecciones famosas, los museos, los discos con música, las cintas de cine, toda la literatura escrita, ni una sola obra de arte: salvaría el arte. No salvaría a los grandes científicos, los pensadores, los artistas, las mujeres, los niños, ni un solo hombre. salvaría el amor. No salvaría catedrales, iglesias, santos, deidad alguna, ni a Dios: salvaría la fe.
Que la civilización futura no herede un solo objeto para estudios científicos. Que no encuentre un hueso para antropología. Que no crea en nada de lo que hemos creído. Que descubra. Que sienta en el alma nuestro legado en emociones. Que sepa que no fuimos dinosaurios.
Rewell Altunaga

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Este texto ha sido inspirado en las obras de la exposición "Altas Presiones", "Hello Darwin" y "Sin Rumbo", de Víctor Alexis Puig, "Sueño sin nombre", de Susana del Pilar Delahante, "La Disputa del nuevo mundo", de Naivy Pérez, "Wall Street", de Aluan Arguelles y "Die erwartung", de Rewell Altunaga.





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