Un
mundo feliz, como proyecto curatorial propone un diálogo entre los new media y
su relación con el tercer mundo, teniendo en cuenta que estos catalizan el
proceso globalizador, al tiempo que producen un estado de felicidad ilusoria en
las personas, al acercar los límites geográficos y culturales desde la
virtualidad mediática.
Millennium Monument. Jairo Gutíerrez, Net Art, 2008
Comprende
artistas claves dentro de los new media en el panorama cubano e internacional,
autores que han configurado medularmente este fenómeno desde el comienzo de los
años noventa hasta el presente. Junto a creadores emergentes que establecen una
continuidad de este tipo de morfología.
Kosmotron. Fernando López, Página web, 2009
La
globalización usualmente se ha analizado como un proceso invasivo, que desde el
primer mundo contamina la integridad de la cultura autóctona de los pueblos, a través
del filtraje de información que se ramifica a partir los nuevos medios como uno
de sus canales más eficaces. Sin embargo, la curaduría propone un acercamiento
al fenómeno a partir de un análisis que reivindica la validez del mismo desde una
impostura; una ironía que parte de la enajenación feliz que provoca en las personas
la aprehensión de un mundo mediatizado, al que no pueden acceder desde la realidad.
Más democrático, en tanto la igualdad que se establece en la red, teniendo la total
libertad de expresarse y de interactuar. Más pequeño, al tener un vínculo cercano
con personas que viven al otro lado del orbe, logrando intercambiar tradiciones,
pensamientos e intereses. Más estético, en tanto la realidad va diseñada de ante
mano y filtrada por la representación de imagen y sonido, convirtiendo todas las
cosas en dignas de contemplación (consultar Anexo de Proyecto completo).
Lentamente, muy lentamente, como dos agujas de
brújula, los pies giraban hacia la derecha: Norte, Nordeste, Este, Sudeste,
Sur, Sudsudoeste; después se detuvieron, y, al cabo de pocos segundos, giraron,
con idéntica calma, hacia la izquierda: Sudsudoeste, Sur, Sudeste, Este...
Aldous
Huxley, Un mundo feliz
1. I'm the good guy
here save your world. (Sam
Fisher)1
Cuando Walter Benjamín acuñaba
en 1936 las afectaciones producidas en la obra de arte a causa de la
reproductibilidad técnica, marcaba en el terreno de las artes plásticas y
su teoría el comienzo de lo que es actualmente entendido como la reflexión en
torno a las transformaciones acaecidas por la incorporación de las nuevas
tecnologías del conocimiento y la creación artística.
Portrait. José Rolando Rivero, Video, 2008
Aunque quizás Benjamin no lo
supuso, su debate se extiende en el tiempo, y ya sucesivo como el tiempo mismo,
alcanza dilemas que transgreden el marco de la reproducción fotográfica a la
que se refirió en su época. La pasiva dicotomía obra-reproducción, que podría
entenderse, escultura/pintura (obra)–fotografía (reproducción), se
pondría en crisis en el consiguiente capítulo del proceso, en la dualidad fotografía
(obra)–fotografía (reproducción). A diferencia de su anterior etapa, los
caminos entre original y copia no se bifurcan, ocupan un mismo espacio físico y
nivel de cualidad. Por tanto obra y reproducción pueden ser la misma cosa,
diferenciándose sólo por algo tan paradójico como la autentificación del artista.
Merienda. Naivy Pérez, Video, 2009
Esto vendría a ser el comienzo de un arte que actualmente
se expande por el mundo, estableciendo una relación entre lo único y lo múltiple,
diluyendo los límites entre original y reproducción en una obra que ha perdido
su singularidad y que habita, infinitamente reproducible en tanto que sí misma,
en el no lugar que implica la red. Este acercamiento a la internet
hace plural también la ubicación de la obra en su relación con el espectador, que
tiene la posibilidad de “visitarla” en su procesual transcurrir, desde su propio
ordenador, no como información o reproducción, sino en su estado natural de obra
de arte.
Productos para una vida feliz. Mauricio Abad, Video interactivo, 2009
En este proceso de fragmentación
del campo de operaciones, presentación y representación del objeto artístico no sólo se afecta la obra. El espectador
y sus acostumbrados niveles interpretativos colapsan primeramente con lo que Rosalind
Krauss designó como desmaterialización y luego con lo que en la actualidad
se entiende por algunos teóricos en términos de descosificación en relación
con los espacios virtuales y la obra, asumiendo la red y la virtualidad
como la categoría más alta del no lugar. Estos cambios definen actitudes
en los artistas que están implicados en su desarrollo. De alguna manera muy esencial
la tecnología cambia el pensamiento humano, la relación no sólo con el arte, también
con el mundo y las cosas, hablándose en ocasiones de una hiperealidad o un hiper
espacio, que produce un nivel de alienación casi adictivo, no en individuos aislados,
sino en grupos sociales. Los medios de reproducción mediática desarrollan un tipo
de pensamiento colectivo que va aparejado a su consumo.
(1) Sam Fisher es el personaje “héroe” del video juego Sprinter Cell
de la Ubisoft. El texto fue extraído de una entrevista que “se le realizara”
apropósito de su tercera saga ChaosTheory.
2. We are livingin America… America… America… (Ramsteim)
Make out.Rafael Lozano, Obra interactiva
La utopía de la igualdad
humana, pretendida por Hitler y el nacional socialismo, se pone en crisis en
1931 en la novela Un mundo feliz de Aldous Huxley. Este texto revela un correlativo
epocal en relación con la reproducción y las reflexiones sobre arte de Walter Benjamín.
La idea planteada por Huxley de un sistema que multiplica a través de la técnica
un óvulo, que prolifera y se subdivide hasta noventa y seis gemelos, parece estar
apuntando más a series de grabado que a nacimiento de personas, aun más si se tiene
en cuenta que en el período del libro la ciencia no planteaba con solidez el asunto
del genoma humano. Si en La obra de arte en la era de la reproductibilidad técnica
se presenta el problema de la reproducción como un proceso en gestación,
que aplicado a la obra evoca al ascenso en términos del progreso artístico, en
Un mundo feliz se proyecta la decadencia humana enmascarada desde la fantasía de
la perfección social.
En estos tiempos de acelerada convulsión,
que vivimos inmersos en la multiplicidad y el pluralismo cultural, el debate benjamiano
sobre la pérdida del aura en la obra de arte, en efecto relacionado con la distancia
que se producía entre la obra única e irrepetible y sus reproducciones, queda disminuido
a causa del desvanecimiento de esta línea divisoria. Producto de los nuevos canales
de información y comunicación la obra de arte y sus clones han comenzado a establecer
una relación cada vez más estrecha de mismidad.
Heaven.Rewell Altunaga, Video(Machinima), 2007
Igualmente las sociedades se han
acercado entre sí, disolviendo un tanto los límites identitarios y culturales. Creando
más allá de la información una transmigración e intercambio de filosofías, costumbres
y tradiciones. Con este paquete también permutan los deseos sociales y los ideales
de vida. Entonces estos vicios colectivos son recibidos por los que habitamos el
mundo de una manera similar a la que se recibe la noticia de una catástrofe a través
de internet, la publicidad, la prensa y la televisión. Las noticias se emiten a
un nivel espectacular y los sucesos que en un momento pudieron parecer propios de
un cine sensacionalista como el desastre del World Trade Center, la masacre de Waco,
o un tsunami en la India, ahora emulan con las escenas de cualquier película de
ciencia ficción o catástrofe.
Documenta X. Vuk Cosic, Instalación, 1999
El distanciamiento y la impersonalidad que contienen
estas imágenes son acentuados por la homogeneidad con que son presentadas, coexistiendo
con las propagandas de productos que se consumen cada vez más en el mundo entero
y que se convierten en falsas necesidades para gran parte de la población mundial,
creando un estado de satisfacción hipnótica una vez que son adquiridos.
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